Una tarde de sexo distinto


Había acudido esa calurosa tarde a una cita conmigo misma a tomar algo.
Llevaba ya varios días encerrada entre esas paredes y viendo ese sol que no daba tregua.
Necesitaba una escapada y no me lo pensé, me arreglé con mi vestido ajustado, mis tacones, mis pinturas de guerra y a ver qué pasaba.
Lo que no sabía era que alguien me seguía con la mirada desde que entré en el bar hasta que cruzamos nuestras miradas. Nunca imaginé que me pudiera excitar tanto una tía. No es que fuese un cañón ni nada de eso, pero era, no sé algo especial. Me senté en una mesa que estaba un poco escondida, la verdad buscaba algo de tranquilidad, con mi portátil para pasear un poco por internet. Sentí alguien a mi lado preguntando que si iba a tomar algo, cuál no sería mi sorpresa cuando levanto la mirada y la veo delante con una bandeja. Sin darme cuenta, sin saber cómo pude hacerlo me encontré diciéndole que me la tomaría a ella, aunque casi a la misma vez que se lo decía me estaba arrepintiendo e imaginándome la bofetada que me iba a largar. Ella tranquilamente se va a la barra y sirve dos cervezas, volviendo hacia la mesa y sentándose conmigo. Nos pusimos a hablar, bueno ella más que yo, a mí no me salían las palabras.. Que si nunca te había visto por aquí, que vaya calor que está haciendo y bla bla bla y mientras ella tecleando paginas de internet donde de pronto me encuentro que son páginas eróticas. Ciertamente me estaba poniendo como una moto. Estábamos muy juntas para poder ver bien la pantalla, bromeando por lo cual nuestras manos y nuestros brazos estaban en contacto. Nuestras piernas se rozaban entre las risas, y cada vez que teníamos contacto visual o nos tocábamos me echaba a temblar, calor, sofocos yo qué sé, no sabía lo que me estaba pasando. A mi me gustan los tíos, es más yo tengo mi pareja, en qué me estaba metiendo….? Pero lo cierto es que cuanto más tiempo pasaba mejor me sentía y más caliente estaba. De pronto se levantó y con la mirada me invitó a seguirla. Me acojoné, mi cabeza me decía que me largara de allí pero todo mi cuerpo me pedía que la siguiera y al final ganó mi cuerpo. Al momento me encontré en un cuartucho que usaba el personal del bar para cambiarse, para los ratos libres y demás. Tenían instalada una pequeña ducha y unos bancos de madera, aunque eso lo vi después porque no había terminado de entrar cuando se me abalanzó, besándome a la vez que recorría mi cuerpo con sus manos como una posesa, desvistiéndome a la vez que yo hacía lo mismo con ella. Nunca había tocado el pecho de otra mujer, bueno no de esa manera, lo típico entre amigas, de broma pero esto era sexo, era maravilloso. Poco a poco llegamos a la ducha y con el agua corriendo por nuestro cuerpo seguimos con las caricias que ya habían bajado a otras zonas. Sinceramente nunca ningún tío me había hecho sentir tan bien. Creo que me corrí varias veces y por sus gestos y gemidos diría que ella también. Entre besos y caricias, gemidos y lametones perdí la noción del tiempo. Una vez que habíamos saciado nuestro apetito nos vestimos y salimos del cuarto para volver al bar. Nos miramos y entonces me di cuenta que ni siquiera sabía cómo se llamaba. Entonces nos presentamos y quedamos en que la próxima cerveza la pagaría yo porque a esta me invitó ella, aunque no sé, creo que me ha puesto el listón un poco alto… a ver a qué la invito la próxima vez para igualar esta invitación…..

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